8 de marzo de 2007 - Día Internacional de la Mujer
IDEA VILARIÑO
   


Idea Vilariño es una poeta uruguaya contemporánea, nacida en Montevideo en 1920, donde vive actualmente.

Su nombre lo escuché cuando tomaba clases de danza en casa de Ema Haberli. Allí flotaba siempre un aire enigmático y creativo. Solía llegar antes de la hora de clase para sentarme en un banco que daba a la sala donde Numen, su esposo, paseaba con sus manos por el piano. Se hablaba de exilios y de París y el nombre de Idea circulaba a veces por los pasillos. Fue así como supe que la hermana de Numen era poeta.

No son los detalles de su vida personal, sus amores difíciles con Juan Carlos Onetti, sus publicaciones desde el año 45, la dirección de revistas importantes que tuvo a su cargo, sus poemas comprometidos, los premios recibidos y los rechazados... los que me hacen traerla hoy aquí a este encuentro sobre la mujer, sino su forma de defender, serena y firmemente, el motor de su vida, que es la poesía.

En una entrevista, de las muy pocas que ha concedido, en este caso a Elena Poniatowska, dice lo siguiente:

 

No sé cómo decirte qué es la poesía para mí. Es una forma de ser, de mi ser. Todo lo demás de mi vida son accidentes. Pude ser profesora o no. Sola o no. Música o no. Traductora de Shakespeare o no. Estudiosa de la prosodia o no. Todas las cosas que amé y que realicé en la medida que pude. La poesía no fue accidental. Mi poesía soy yo.

Esta fuerza que tiene Idea para reconocer, amar y defender lo que siente que es ella, su posibilidad de autorizarse a ser lo que es, y desarrollarlo, escribiendo, es lo que me hace traerla hoy aquí. Entre muchas formas de identidad que podemos encontrar como puede ser la identidad del origen nacional, identidad cultural, identidad de género, identidad de un rol que ocupamos en el mercado del trabajo o en la vida cotidiana, como podemos ser madres o esposas, hemos hecho hoy un recorrido, fragmentario, por supuesto, pero un recorrido posible que muestra que se han dado cambios en la historia sobre la posición de la mujer y sus identidades. En la presentación de estas mujeres uruguayas desde una Guyunusa a la que se le impone la cristianización, se la vende como cuerpo para ser expuesto, y no se le reconoce ninguna autoridad sobre su persona; a Paulina Luisi, defendiendo sus iniciativas, siendo pionera en nuestro país; a Delmira expresando con la belleza y talento de su palabra un sentir que sorprende a su época; a Sara Mendez en su lucha persistente en su derecho de madre contra la impunidad de las fuerzas militares y del Estado; y finalmente a Idea, que se anima y se arriesga a ser lo que es y escribe.

Idea comenta que ella hace poesía antes de saber escribir, recuerda que de muy pequeñita las palabras se ordenaban con ritmo en su pensamiento y creaba poesía. Esa fortaleza para defender el poder desarrollar lo que uno es, me parece muy valiosa. Y es tal su franqueza que a Idea no nos es posible tildarla de egoísta, y no podríamos hacerlo porque con esta convicción y creyendo en su propio ritmo, en su forma única de bordar la vida, nos ha dado y nos ha dado mucho, con la preciosidad de sus palabras y de su mundo interno. Aunque sintiéndose en contradicción, como lo expresa en la misma entrevista.

Mi poesía soy yo. Por eso no me interesaba publicar; es más, deseé no haber publicado nunca (hay poemas que jamás mostré). Escribir era como te decía, compulsivo. Salvo las cosas políticas, y alguna carta, nunca escribí pensando que alguien lo leyera. Lo que decía era privadísimo y no buscaba llegar a otro, comunicar. Publicar fue tan contradictorio, tan poco coherente como seguir viviendo cuando sabía, y cómo, cuando pensaba lo que pensaba del hecho de vivir. Esas incoherencias fueron difíciles de sobrellevar. A esta altura ya nada importa.

En su posibilidad creativa ha brindado su mirada sobre el amor, la muerte, la vida. Una mirada inusitada que en su momento recogen en la revista Marcha , en una publicación del 56, de la siguiente manera, se refieren a Idea como “el poeta”:

La lucidez implacable de la mirada de este poeta ya le permite ver, en esa hora del mediodía en que inicia su canto, la realidad que yace bajo las espléndidas apariencias humanas. El poeta contempla la playa y el mar, contempla los cuerpos sobre “las vastas arenas pálidas”, y en esa hora de luz-

transparentes los aires, transparentes

las voces, el silencio-

Sus ojos no perciben sólo la vida: registran también la muerte...

A orillas del amor, del mar de la mañana,

en la arena caliente, temblante de blancura,

cada uno es un fruto madurando su muerte.

Así, con esta mirada que descarna los seres y hace aflorar su definitivo esqueleto, Idea Vilariño declara una de las constantes de su poesía: la presencia de la muerte. En la segunda parte de este mismo poema inaugural el poeta confirma, y se confirma:

Cuerpos tendidos, cuerpos

Infinitos, concretos, olvidados del frío

que los irá inundando, colmando poco a poco.

cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza

olvidando la sombra ahora estremecida,

detenida, expectante, pronta para emerger

que escuda la piel ciega.

La muerte, que es médula de todo ser en poesía no se da aquí como pálida y entristecida presencia; no es la muerte que habita un mundo gris y sin matices, un aire enclaustrado y opaco, una muerte funeral. Es la muerte floreciendo en plena vida, la muerte enlazada al más agudo éxtasis erótico, la muerte encendida y ardiendo en el poderoso instante del deseo consumado.

Esta sazón de fruta que tú me diste, esta

llamarada de luna, durable miel inmóvil,

te sitúa y te acerca,

amigo de la noche, sagrado camarada

de las horas de amor y de silencio...

Sin luz, apenas, sin aliento,

sueño

ese incienso divino que me quemas,

sueño ascendiendo abismo con vértigos de sombra,

náufrago en la caricia, alta marea muda.

Ya velado tu rostro entre líneas de niebla

los ojos se te ahogan en climas de delicia

y rueda por la noche tu pensamiento inerte,

entonces el deseo sube como una luna,

como una pura, rara, melancólica, clara,

luna definitiva, peldaño de la muerte.

Esta mirada que no hemos tenido que perdernos porque Idea estuvo dispuesta a dirigir su barca, a ser lo que le latía dentro, es la que me parece que hace a la riqueza de un mundo construido entre todos, donde las diferentes formas posibles de hacer la historia, de hacer la vida cotidiana tengan su lugar, y se distribuyan equitativamente las oportunidades de elegir nuestra forma de hacer, nuestra forma de aportar a la sociedad, es bueno para todos que haya espacio para incluir nuestra mirada, como personas y como mujeres, y también es bueno que podamos defenderlo desde nuestro adentro, y sentirnos confiadas y capaces de ser nosotras mismas. Hay un camino recorrido y de ello es prueba la existencia de la obra de Idea Vilariño y hay mucho todavía por recorrer y por lo que luchar para que decir “Mi poesía soy yo” o mi profesión o mi casa o lo que sea para cada una, sea una realidad común.