8 de marzo de 2007 - Día Internacional de la Mujer
   
DELMIRA AGUSTINI
   


DELMIRA AGUSTINI (Uruguay, 1886-1914)

Delmira Agustini con el apoyo de su compatriota María Eugenia Vaz Ferreira, abrió las puertas a la poesía femenina. Esta joven uruguaya, nacida en 1886, ignoró todas las barreras y narró sus sentimientos tal y como los sentía. Inadvertidamente - ¿quizás? - logrando lo imposible, la igualdad del género sin competir con el sexo opuesto.


 

Su vida
La vida y la personalidad, llenas de enigmas y contradicciones, de esta poetisa, han hecho correr más tinta impresa, tal vez, que su propia obra literaria.
Perteneció a una familia acomodada de padres inmigrantes italianos. Por sus venas corría sangre de razas diversas, ya que uno de sus abuelos era francés, otro alemán y sus dos abuelas uruguayas. Todos ellos sobreprotegían, casi mimaban, su vocación poética (sin entenderla demasiado) con la que escandalizó a la burguesa sociedad rioplatense.

Pero lo que asombra en Delmira Agustini es la doble personalidad que revela, por un lado, la conducta “irreprochable” y convencional de su casi nula vida pública, y por el otro, la inquietante cerebración erotizada de su poesía.
En lo exterior: una señorita consentida de la burguesía provinciana de Montevideo de principios de siglo, y la que se conducía como Dios manda (y como le mandaba una madre absorbente, dominante y autoritaria)- En lo interior y esencial: un ardiente temperamento femenino que, casi en estado de “trance” iba escribiendo en la soledad de la noche, a la luz de la vela y guiada solo por su extraordinaria intuición. En su lírica consignó fuertes notas pasionales sin haber conocido jamás, -decían sus contemporáneos-, amores pecaminosos. Escribió los poemas de más apasionada sensualidad y sexualidad que jamás mujer alguna hubiera intentado en el mundo, incluso con cierto descontrol pero no vulgaridad y mucho menos desfachatez. Carlos Vaz Ferreira le escribía con perplejidad:

“Usted no debería ser capaz, no precisamente de escribir, sino de entender su libro. Cómo ha llegado usted, sea a saber, sea a sentir, lo que ha puesto en ciertas páginas, es algo completamente inexplicable”

Con respecto a sus relaciones amorosas, solo se le conocen dos. La primera terminando antes de empezar y la segunda con el hombre que sería el amor de su vida y su muerte, Enrique Job Reyes. Después de un largo noviazgo con este hombre que no compartía sus intereses poéticos y de cultura, contrae matrimonio el 14 de agosto de 1913.

El matrimonio no fue muy afortunado, a los veintiún días de la celebrada boda, “la Nena” (así la llamaba su familia) , abandona al marido y entabla demanda de divorcio, según ella misma porque: “No soportaba tanta vulgaridad”. Pero de inmediato inicia citas secretas con aquél, convertido ahora en amante. Delmira pidió la separación por agravios graves y luego recibió amenazas de su marido. Quines los conocían aseguran que Reyes la insultaba y no la trataba como una esposa, diciéndole: chusma, idiota, canalla, atorranta y otras cosas más. Por lo que no es de extrañar que en uno de aquellos encuentros ocultos, el ahora ex marido, citándola para una entrevista, da muerte a Delmira de dos balazos en la cabeza, y de inmediato se suicida pegándose un tiro. Esto ocurrió el 6 de julio de 1914. Se sabe lo que pasó, y se sabe algo de cómo fue, pero nadie ha sido capaz de relatar el ¿porqué?

Comentario
Delmira, una mujer normal y corriente, una más como tantas otras. Lo que me atrajo de ella, es la forma en se atrevió a enfrentar la vida y las críticas de toda una sociedad. No hizo más que transmitir sus sentimientos mediante la poesía tal y como ella lo quería expresar sin importarle “el qué dirán”. También se enfrenta a un divorcio, nada común en aquellas épocas, que seguramente mucho habrá dado para hablar y criticar.

Es por este motivo que hoy hablamos de ella, porque a mí me gustaría que existieran más Delmiras en el mundo, mujeres con valentía, seguridad y capaces de llevar a cabo sus metas o simplemente sus sueños a pesar de las trabas que pueda encontrarse en el camino.